miércoles, 15 de abril de 2009

El Estudiantes - Boca de la temporada 1986/87


El choque con los pinchas por la segunda rueda de la temporada 1986/87 es un claro ejemplo de que en el fútbol, 90 minutos “son una eternidad” en la que puede pasar de todo. El partido tardó un poco más de 3 meses en finalizar, Boca tuvo dos técnicos diferentes a lo largo del encuentro, hubo un gol en contra, se erraron dos penales y hasta se vivió un intento de linchamiento a Menotti quien no tuvo mejor idea que, según cuentan, pelar un arma de fuego para defenderse. Pero vayamos por partes.
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El 30 de noviembre de 1986, el Pincha recibía en La Plata al Boca de Marito Zanabria. Esa calurosa y soleada tarde, el xeneize formó con: Gatti, Di Natale, Juan Amador Sánchez, Zacarías, Abramovich, Ivar Stafuzza, Pasucci, La Fata, Irazoqui, “Tuta” Torres y Jorge Comas.
La modesta realidad de ambos equipos entregaban un trámite bastante impreciso por no decir un bodrio. Hasta que a la media hora, la suerte le guiñó un ojo a Boca. Tras un pelotazo largo, el “Tuta” Torres atropelló junto a dos defensores y disparó bastante exigido ante la salida del arquero de Estudiantes Bertero. Pero la jugada, de pronto se convirtió en un blooper. El remate del “Tuta” fue devuelto por el arquero y la pelota, tras iniciar su recorrido para salir del área, rebotó en Jeannoteguy (que venía corriendo de frente a su arco) y se metió despacito y picando para poner el 1-0 a favor del xeneize (sino se entendió ni medio mirá aquí).
Nueve minutos después, en una jugada aislada llegaría el principio del fin. Tras un centro, Bertero la paró con el pecho y rechazó largo. Parece que la canchereada no cayó bien en la hinchada local que el grito de “...Bertero, hijo de puta, la puta que te parió...” hizo parar el partido. Para colmo de males, mientras lo puteaban de arriba a abajo, Bertero no tuvo mejor idea que hacer gestos como que dirigía una orquesta. Al toque empezaron a volar cascotes sobre el arquero e incluso una baldosa le pegó directamente al árbitro Espósito en las costillas. La bronca no aflojaba y tras varios minutos de idas y vueltas, el juez decidió acercarse junto con Bertero hacia el área. Al ver que seguían cayendo proyectiles no tuvo más remedio que suspender el partido.

Entre el calor, las fiestas que se venían y el siempre apretado y desornado fixture argentino, el tribunal decidió que se continúen los 51 minutos restantes (un tiempo de 25 y otro de 26) el 5 de marco de 1987.
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Pero en tres meses las realidades habían cambiado bastante. Boca tenía ahora a Menotti sentado en el banco de suplentes y traía a cuestas una impactante seguidilla de triunfos que lo habían catapultado a la lucha por la punta del campeonato.
La cuestión es que ese jueves 5 de marzo (también muy caluroso), Boca formó con: Gatti, Abramovich, Musladini, Zacarías, Hrabina, Melgar, Fabián Carrizo, Tapia, Rinaldi, Graciani y Comas.
Y acá es donde el partido termina de sumar todos los condimentos posibles para hacerlo de colección. La llegada del Chevallier boquense a 1 y 57 fue caótica. Al bajar la delegación, Menotti, el profe Dean y la “Chancha” Rinaldi equivocan el recorrido y quedan separados del resto. Los rodean unos cien barras de Estudiantes al grito de “...borom bom bom, borom bom bom, es el equipo del Narigón...”. Hay insultos y vuelan algunas patadas y manotazos. El interminable enfrentamiento Menotti - Bilardo (con el agregado de la fresquita Copa del Mundo ganada por el doctor en México) parece tener un nuevo capítulo. Vuela un pote de mostaza y le pasa rozando al técnico de Boca. Desde lo alto de la tribuna, dos bombitas de agua impactan en la camisa celeste del “Flaco” y Menotti, desencajado, pierde su acostumbrada calma. Mete su mano derecha en una carterita que lleva. Amaga sacar algo. Un policía lo frena. Según hinchas presentes y hasta un periodista de Radio Mitre, se pudo ver un arma de fuego empuñada por el entrenador y apuntando contra la gente. Hubo corridas y un jugador de Estudiantes (Insúa) abrió una puerta y metió a los tres rezagados adentro salvándolos de una paliza.

Mientras los jugadores hacían el precalentamiento, el comisario tiró la bomba. Se iba a allanar en forma inmediata el vestuario de Boca. Menotti acepta, pero una vez que el equipo haya salido a la cancha. Al mismo tiempo que Espósito daba inicio a la reanudación del partido, un grupo de policías revisan el vestuario y encuentran un revólver calibre 38 pero de juguete. El presidente de Estudiantes explota de bronca y ante los micrófonos que iban y venían por todos lados sugiere que hubo tiempo de cambiar las armas.
En esos minutos Boca, en sus dos primeras llegadas, mete dos goles por intermedio de “Chino” Tapia y Comas. La cosa está 3-0 y pinta para escándalo porque la noticia del revólver llega vía radio a los hinchas presentes. La hinchada de Estudiantes está más pendiente de Menotti que del partido. La cancha era un polvorín.
Promediando el segundo tiempo, hay penal para el Pincha. Es la posibilidad concreta del descuento y de poner aún más picante el partido. Pero Gatti vuela sobre su derecha y saca el tiro de Insúa. Ya sobre el final, y para no ser menos, el que erra un penal es Alfredo Graciani. Lo tira muy lejos de los tres palos y tal vez, inconscientemente, evita flor de quilombo. Porque había muchos hinchas de Estudiantes sobre el alambrado y un cuarto gol podría haber sido el peor cierre para semejante tardecita tan quenchi.

A la salida la pregunta obligada cae sobre Menotti: “...¿trajiste un arma?...”. Y la respuesta del técnico desorientó a propios y extraños: “...los que traen un arma son los jugadores de Boca. Pero es de juguete y es por cábala. Ellos dicen que este Boca, mata...”.